domingo, 22 de febrero de 2009

HORAS






Las horas que fastidian nuestra tardanza

las horas que deshonran nuestro tiempo.

Las horas que marchitan hacia ninguna parte

y se desvanecen en simples quehaceres diarios.


Dígitos indescriptíblemente exactos,

segundos independientes de un todo...

aún vivo pendiente del tiempo,

aún el tiempo, quizás gobierna mi vida.


Las puertas del muro se abren

solo para los que pueden ver

un poco al menos, mas allá del muro.

Aislados y aún así, más unidos a sí mismos.


Las horas que todo lo ven y todo lo dominan,

misericordias guardadas en un cajón hermético.

Las horas interminables justo en el segundo,

donde se desvanece la vida, la esencia del Ser.

El ensimismamiento tiene un paraíso oculto.

En pequeñas dosis, el estar con uno mismo

agiliza la construcción del muro...

impertubable y silencioso de la experiencia propia.


Las horas que interrumpen nuestro éxtasis,

las horas que apuran nuestro almuerzo.

Las horas que culminan en el fin de la vida

y acaso luego... en el mismo infinito.


Despierto a un sueño ininteligible,

siempre estuve aquí y sin embargo: no recuerdo nada!

Las horas me despiertan violentamente,

el sol ha caído... quehaceres pendientes.


Serhafin


miércoles, 11 de febrero de 2009

MI danza macabra




El momento anterior a la erupción de mi tormento
es acaso aquel donde tengo la máxima claridad
y conciencia perfecta de mí mismo.
Cuando pierdo la ignorancia hacia mi ser
corrompido por una realidad horrible.


Es ese el momento, un segundo eterno...
como un largo letargo en oscuro túnel.
Ese momento cuando todo cierra y
los cabos se unen, uno por uno...
la hora de esa extraña e inmensa lucidez.


Cegado entonces por la luz que sulfura mis ojos,
caigo rendido y desconozco mi existencia...
un extremo alcanzado desde otro extremo.
Una fiebre que me deja sin aliento...


Como cuando el reo vive el último segundo
de una vida condenada por otros hombres...
ese segundo lleno de desesperación y misterio,
y hasta acaso trascendente... si es que eso existiera.


Ese segundo en el que lo encapucha el verdugo
y pierde de vista la última imagen de un mundo que va a dejar.
Cuando se agotan las fuerzas de tanto luchar
contra un destino que descansa en una soga.


Ese es el momento cúlmine de mi entendimiento...
el que precede a una sacudida prepotente
el que precede a la pérdida de mí mismo,
el instante eterno de vislumbrar una realidad..


La realidad que me persigue y me toma de sorpresa.
Ahora mi cuerpo está poseído por ella
y no deja de temblar... mis ojos se hunden
y mi lengua se endurece... ahora caigo al suelo.


Presa de mi amarga enfermedad...
ahora mi alma cansada y mi mente deshecha,
mi cuerpo vuelve en sí... dónde estuve desde entonces?
Cuanta palidéz... cuanto cansancio.


Serhafin