miércoles, 11 de febrero de 2009

MI danza macabra




El momento anterior a la erupción de mi tormento
es acaso aquel donde tengo la máxima claridad
y conciencia perfecta de mí mismo.
Cuando pierdo la ignorancia hacia mi ser
corrompido por una realidad horrible.


Es ese el momento, un segundo eterno...
como un largo letargo en oscuro túnel.
Ese momento cuando todo cierra y
los cabos se unen, uno por uno...
la hora de esa extraña e inmensa lucidez.


Cegado entonces por la luz que sulfura mis ojos,
caigo rendido y desconozco mi existencia...
un extremo alcanzado desde otro extremo.
Una fiebre que me deja sin aliento...


Como cuando el reo vive el último segundo
de una vida condenada por otros hombres...
ese segundo lleno de desesperación y misterio,
y hasta acaso trascendente... si es que eso existiera.


Ese segundo en el que lo encapucha el verdugo
y pierde de vista la última imagen de un mundo que va a dejar.
Cuando se agotan las fuerzas de tanto luchar
contra un destino que descansa en una soga.


Ese es el momento cúlmine de mi entendimiento...
el que precede a una sacudida prepotente
el que precede a la pérdida de mí mismo,
el instante eterno de vislumbrar una realidad..


La realidad que me persigue y me toma de sorpresa.
Ahora mi cuerpo está poseído por ella
y no deja de temblar... mis ojos se hunden
y mi lengua se endurece... ahora caigo al suelo.


Presa de mi amarga enfermedad...
ahora mi alma cansada y mi mente deshecha,
mi cuerpo vuelve en sí... dónde estuve desde entonces?
Cuanta palidéz... cuanto cansancio.


Serhafin


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese momento, en el que por fin comprendes, pero ya es demasiado tarde para que ese entendimiento tenga un fin práctico, para salvarte de una "muerte"...
no sé por qué, pero sí, suele pasar eso...
aunque la idea es renacer quizás... saber levantarse como una persona nueva, sin olvidar lo aprendido en ese momento de lucidez.

No sé, me recuerda también lo que pasa con las personas enfermas que van a morir, cuando parecen mejorarse, y luego de eso mueren. Es una especie de despedida también.
O como las imágenes de la vida, que se supone pasan frente a los ojos de quienes están agonizando.

Querida Liz, no he tenido tiempo de contestarte el correo, porque no quiero hacerlo a tontas y a locas, quiero sentarme a pensar lo que sea que te vaya a decir, para no ser tan enredada como en el último correo.
Un abrazo.

Damián Lisandro Felitte dijo...

Los problemas y las sensaciones quedarán congeladas en él.
El limbo de la existencia.
La pausa de nuestra vida.
La luz no está al final del túnel sino en el medio.
Comienza la pelea.
La batalla por el control...
de uno mismo...
Sofocarse y la nada.
...
Y al volver: confusión.
Adaptación.
Una vida que no contrasta con la nada, que no ofrece redención.
Solo cabe volver a esperar lo inesperado, lo indeseable... y aún así lo más grande, notorio y recordado de su existencia.

Pequeño taller de costura independiente dijo...

Soy un hombre enfermo. Soy un hombre malvado. Soy un hombre desagradable.
.....................................
Ei Liz. No se me ocurre ningún comentario que no suene estúpido al lado de esos dos. ¡Me gusta todo lo que subís!

Don't walk away in silence.
Nat.